Vigilia de pájaros y árboles para Eugenio Montejo

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¿Por qué no he de celebrar tu novenario con una vigilia de pájaros y árboles? ¿O con un alfabeto para que me deletrees, letra por letra, la pesadumbre del mundo? Ahora que has devuelto a tus dioses profundos, a Manoa; ahora que te embocaste por siempre en la casa y vas por sus cuartos y retumba tu voz infinita en las paredes y me devuelve un eco que se parece a mí, ¿por qué no he de celebrar tu novenario con una vigilia de pájaros y arboles, Eugenio?¿Por qué no he de celebrar tu novenario con un paisaje con fondo de llanura y un caballo desbocado que ha tirado a Dios y le ha dado coces hasta dejarlo casi muerto? ¿Por qué?Si aquí se quedaron tus valijas, el sol, aquel caballo, un Dios maltrecho y renqueante, casi inválido, las hojas de los plátanos sobre las cuales escribiste la vida, la vida misma y plural que te anochecía en el canto de los gallos. Me basta una mesa, una vela, cuatro amigos, mi mujer, un vaso de agua, alguien más que ayude en la liturgia, un manojo de astromelias moradas, una cigarra melancólica, una nube, para ofrendar por tu alma.
Por tu alma que ya atravesó los bosques de tu antigua casa y oyó leve una música de muertos, bebió café y salió para Manoa camino a Islandia. ¿Por qué no he de celebrar tu novenario con un ritual de pájaros y arboles? ¿Y un gallo que se oiga más allá del mundo? Un gallo que profane con su canto melancólico de mediodía el sortilegio de tantas ciudades infieles. En esta tarde de tu novenario haré bajar sobre nosotros tu espíritu de árbol y de pájaro. De pájaro con unas alas grandes para el vuelo y el canto. De árbol que creció sin parar con otros árboles al fondo y un caballo que daba patadas a Dios para oírlo gemir de tristeza y pesadumbre sin importarle su naturaleza divina, su cara de niño acongojado. ¿Por qué no he de celebrar tu novenario en esta calle larga y podrida de soledad en el estío?
En esta calle mía que no lleva a ninguna Ítaca sino a ti; en esta calle que habita mi madre, mis hermanos, mis brujas de la infancia, mis ciclopes y lestrigones de trapo y sombras movidas por la luna a medianoche.
Aquí, para que mis vecinos lo vean y me pregunten, levantaré el altar. Despertaré la luz de su siesta para que alumbre a prima noche tu alma y vaya con ella hasta encontrar al alba el humo del café, el gallo de la madrugada, intempestivas voces de olvidados amantes, la lucha contra el tiempo. Si me preguntan por tu muerte mi madre, mis cuatro amigos, ese alguien de más que me acompañe en la liturgia, les diré que moriste de agua cruzando el río de los tigres y pantanos de Manoa. Lejos, muy lejos de las caóticas calles Marx y Freud; más distante aún de la calle Stalin.
¿Por qué no he de celebrar bebiendo con los muertos un trago esta tarde de tu novenario? ¿Por qué, si ahora estás solo, cubierto de apiladas capas de vacío? ¿Por qué no celebrar con una gota de luz, con una gota de verde? ¿Por qué no celebrar tu novenario en esta tierra? ¿Por qué? ¡Si lo que fue en vida en ti no cesará de celebrarse!

4 comentarios:

Ruth Hernández Boscán dijo...

esta noche celebro si,
por todo lo que dejó en mí
por su eterna presencia

amigo Eugenio, salud!

La Gata Insomne dijo...

Qué hermoso este texto

qué mejor manera de volvernos a traer a Montejo

un abrazo y gracias

Beatriz Alicia García Naranjo dijo...

Querida Belkys, celebro que hayas conservado tus "Biombos de humo". Este tu más reciente Post, en homenaje a Eugenio, está muy bello, muy sentido. Espero que encontremos algún rato para compartir antes de que viajes a acompañar a tu hija a México. Celebro tu nieta pronta a venir, en tanto va a darte, seguro, alegría. Así es la vida, unos se van, otros llegan.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

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